martes, 14 de febrero de 2023

Segundo destino: Les Cambres I

En febrero empezábamos nuestro segundo periplo de granjeras incipientes. Al recordar el día que llegamos a Les Cambres pienso en cuánta razón tiene el dicho, cuando dice: nunca juzgues un libro por su portada, porque puedes perderte una gran historia... Esto mismo está siendo nuestra estadía con Tija, Kiku, Liam, Silvie, Savina y Aulina.
Una gran historia. Una gran historia escrita sobre madera, sobre leña, sobre árboles y raíces. 
La finca de Les Cambres se sitúa a cobijo de la tríada de sierras de Les Cambres, de Puig d'Estela y Serrat de Santigosa, justo entre los municipios de Sant Joan de les Abadesses en la comarca del Ripollès y la ciudad de Olot, en la Garrotxa. Para acceder a ella hay que llegar hasta el cuello de Santigosa (1064m) y coger un sendero de tierra durante media hora (en coche) hasta el primer límite de la finca, justo al lado de la ermita de Santa Llúcia de Puigmal. El torrente que pasa por ahí tiene este mismo nombre y es de donde Kiku y Tija obtienen uno de los recursos elementales de la autosuficiencia: el agua.     

Aparcamos el coche al lado de la ermita y continuamos a pie una media hora más hasta la casa (por recomendación de nuestra anfitriona), puesto que el camino a partir de la ermita se complicaba un poco para nuestros neumáticos de ciudad.
Caía el sol detrás de la sierra de les Cambres cuando llegamos a picar la puerta de la antigua masía. Tija, nuestra anfitriona, nos dio la bienvenida con esa dulce hospitalidad tan francesa. Al bajar los dos peldaños de roca erosionada por los pasos y los años, la calidez del fuego nos sacudió del frio, el olor a humo y la ceniza pairando alrededor suspendió el tiempo.
Admitimos que nuestra primera reacción al conocer su sobrio modo de vida fue de shock. Aunque nosotras no somos personas de lujos, somos más bien prácticas, nunca habíamos experimentado un estilo tan frugal y en ese momento pensamos que quizá sería duro para nosotras adaptarse. Nuestra segunda reacción (mental) hubiera sido irnos, pero, y aquí entraba el dicho del inicio, algo nos empujó a quedarnos para descubrir la historia detrás. 
Primera lección: la escasez de medios fortalece el cuerpo y el espíritu. Pero sobre todo, fortalece la camaradería. 

La primera noche cenamos todos juntos en la gran mesa de madera del comedor principal. Compartir las comidas con confianza, sin miedos ni vergüenzas, es una manera ancestral de conocerse y de estrechar lazos. La mesa es también una gran forma de entrar en el microcosmos de cualquier familia y su modo particular de entender la vida y las relaciones: cuáles son las prioridades, cuáles son las reglas no escritas de buen o mal comportamiento, cuáles son los temas de conversación, si la hubiera... La comida empieza antes de comer, cuando se prepara, y acaba después de comer el último bocado, cuando se conversa con el estómago lleno y se retiran y lavan los platos.
Durante la cena conocimos al gran Bosquerol (ya explicaremos qué significa), conocimos un poco más a la sensible Tija, a la atenta Silvie, a la risueña Liam y las espabiladas como su padre (o incluso más ;) Savina y Aulina. Todos, sin proponérselo y con gran naturalidad, hicieron que nuestra primera cena... fuera una cena en familia. 

El día siguiente nos levantamos sobre las 08:00h, con la luz del día pairando por ventana. Bajamos a la cocina y desayunamos como nunca. Preparamos la mochila con fiambrera repleta de couscous, pan y queso, fruta, agua y rollo de papel higiénico. Entramos al establo y Tija nos explicó con paciencia cómo ordeñar algunas cabras y cómo era y se gestionaba la época de ordeño. Dividen el rebaño en dos mitades y cada año ordeñan una mitad, con el objetivo de dejarlas recuperar bien del parto y no estresarlas innecesariamente. Una de las mitades había parido ya unos meses atrás y a partir de ahí se moldearon los quesos curados, los requesones, el recuit e incluso queso de untar. Se nota el cariño y la dedicación que les tiene cuando habla de ellas por su nombre y su carácter. Incluso hay una escala de ordeño por dificultad... algunas se dejan más fácilmente y otras son más movidas o tienen ubres más complejas de ordeñar. Por si os imaginabais otra cosa... Nosotras no pasamos de la primera, la mimosa Guineu. 

 
Era la hora, estaban ansiosas, su hora de salir al monte y pasturar sin prisa. Tija nos dio algunas directrices de cómo gobernarlas y nos dejó a cargo del rebaño, con toda la confianza (aunque ella por dentro pensara: madre mía... a ver si estas dos florecitas me traen el rebaño entero de vuelta... ;). Y a las 16:00 de la tarde lo trajimos de vuelta... pero todo el mérito fue por la profesionalidad de la perra Milosh que sin decirle absolutamente nada, ella misma recogía y reconducía el rebaño en tu dirección (aunque nosotras nos inventamos los gritos y cantes más variados para llamarlas, sin éxito). Como dice Tija: sabe hacer su trabajo muy bien. 

Segunda lección: cuando eres unx inútil para gobernar, rodéate de profesionales que sepan hacer muy bien su trabajo sin recibir ninguna orden tuya...




Ese primer día de convivencia con toda la subcultura de Les Cambres fue tan opuesto al ritmo robótico que llevábamos dentro, que nos hechizó: Nos descargó el espíritu de fardos pasados y nos llenó de calma. 

Nos llenó del día a día. 

Ni más adelante - ansiedad -, 

ni más atrás - depresión -

Sólo el día a día.  

                   

Tercer destino: San José de la Rinconada (Sevilla)

Nos disculpamos por actualizar un mes tarde nuestro blog. A menudo son tantas las sensaciones vividas en tan poco tiempo que se necesita dig...